Hoy se apareció la muerte de nuevo en mi alcoba,
entre sopores y ensoñaciones la sentí sentarse a la orilla de la cama.
Iba disfrazada de mujer,
una bella y sensual mujer.
Cruelmente usaba el rostro de aquella a quien yo tanto añoro,
a quien deseo fervientemente.
¡Ah! Encontró la forma más vil de presentarse.
Mientras me incorporaba,
entre espasmosos movimientos,
se acercó lentamente a mí,
con arrulladoras y medidas pausas.
Examinándome,
estrujándome.
Y cuando estuvimos frente a frente
no pude por menos cerrar los ojos;
sentí su aliento tibio sobre mi rostro,
sus manos tersas en torno a mi cuello,
y cuando me disponía a dejarme arrastrar por sus labios
ella clavó un frío cuchillo en mi pecho.
Pausadamente fue horadando en mi ser,
desangrándome... gota a gota,
haciendo presión para desgarrarme el alma,
destrozándome con su indiferencia.
¡Cuánto sabe que la deseo!
Y cuando se hubo divertido lo suficiente,
cuando se aburrió de su tarea,
me dejó moribundo;
el demonio-ángel sonrió
y me besó en la mejilla.
Con rapidez se apartó de mí
dejándome solo,
confundido y aturdido.
Sé que retornará otra noche
pues no termina su trabajo,
su cuchillo sigue clavado;
pero cuando decida dar el tajo final
hace mucho que ya habré muerto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Venid y comentad...